Cundo éramos pequeñas nos contaban cuentos de princesas,
princesas maravillosas con un vestido largo, un palacio de ensueño y un príncipe
espectacular. Pensábamos que todo era perfecto, que las princesas todo lo podían
y después obtenían la recompensa; esos son los cuentos que nos contaban a los 4
años, nos hicimos a la idea del palacio, del vestido y del príncipe, sobre todo
del príncipe; era perfecto, aparecía siempre a salvar a la princesa, sabía cómo
tratarla, cómo comportarse, cómo hacerla feliz.. ¿Quién nunca ha soñado con
tener un príncipe? Pues yo, sencillamente porque siempre he odiado a las
princesas, ellas eran valientes y delicadas, no tenían miedo, nunca
lloraban..nunca estaban mal, que jamás dejan de sonreír, que siempre consiguen
lo que quieren. Siempre me han dicho que era una princesa, pero no lo soy.. a
veces no soy valiente, y mucho menos delicada; a veces tengo miedo; yo sí que he
llorado, y he estado mal innumerables veces; he dejado de sonreír por mucho
tiempo; y nunca, nunca conseguía lo que quería. Asique.. si no soy una
princesa.. ¿de qué me sirve un príncipe?
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